La Planificación Estratégica es la herramienta fundamental para definir el alcance de la política social, no solamente por que propicia la acción colectiva de las organizaciones (actores sociales en consenso) y de todos los grupos de interés implicados (stakeholders), sino porque concibe la teleología de un futuro compartido superior al presente. Toda política social es inviable sin estas dos consideraciones básicas.
La construcción del futuro compartido de la sociedad será más eficaz y eficiente si se basa en un conjunto de escenarios que además de ser previsibles de acuerdo a las tendencias históricas, se encarnan a su vez en los compromisos y proyectos de los actores sociales plurales portadores del cambio.
El futuro es creación colectiva de los actores coaligados, que consensualmente determinan la realidad que mejor desarrollarán sus potencialidades. En este habrán de comprometerse los proyectos de empresarios como de sus trabajadores, de los empleados públicos como de los consumidores, de las mujeres como de los varones, en una tensión variable dentro de un mundo igualmente cambiante en sus articulaciones, razón por la cual, los escenarios futuro factibles (futuribles), deben ser varios y alternativos para facilitar su arquitectura plural e intercultural.