30 de agosto de 2021
El 13 de marzo del 2020, Jaime Reategui, ingeniero y exalumno de la Pontificia Universidad Católica del Perú, se contactó con Benjamín Castañeda (Director del Centro de Investigación en Ingeniería Médica de la PUCP), debido a la preocupación del incremento de muertes en Europa y un posible aumento en Perú. Debido a ello decidieron reunir a sus compañeros para empezar a realizar equipos biomédicos que nunca antes se habían diseñado en Perú, como los ventiladores mecánicos.
El equipo de trabajo, en el que se encuentra el Dr. Aldo Panfichi, docente de nuestra Escuela, se enfrentó a diferentes dificultades técnicas así como también a las dificultades sociales durante la pandemia, como: las restricciones de movilidad, toques de queda y posibilidad de un inminente contagio.
“Como vicerrector de la universidad, entendí que la universidad tenía que ofrecer el apoyo administrativo y profesional que el proyecto MASI necesitaría para tener éxito. Por tanto, era necesario promover la colaboración entre la universidad, la empresa privada y el estado.” Dr. Panfichi
Varias empresas del estado y fundaciones filantrópicas se sumaron al proyecto, cubriendo así los costos de producción de más de 300 ventiladores, los cuales 275 fueron donados al Ministerio de Salud y los restantes continuaron en la universidad para seguir con la investigación y mejoría del equipo. Mientras los ingenieros avanzaban con los aspectos técnicos del MASI, otros profesores y funcionarios universitarios se ofrecían como voluntarios para ayudar al proyecto atendiendo los aspectos administrativos, logísticos e incluso legales.
Se dice que tomó la forma de una innovación frugal apropiada para las condiciones de salud en América Latina y regiones similares. El concepto de innovación frugal está inspirado en el término hindú «jugaad», que significa hacer lo mejor que se puede con lo que se tiene. En el caso de la pandemia, MASI es ese producto de innovación frugal que se necesitaba el cual maximiza los recursos disponibles y genera valor social.
Para la realización de MASI se tuvo en cuenta la implementación de productos técnicos adaptados a la realidad peruana. Se utilizaron sensores de menor rendimiento disponibles en el mercado y luego se actualizaron los códigos para una mayor capacidad. De la misma manera, la carcasa o cubierta exterior del ventilador es de acero debido a la disponibilidad de este material, en lugar de plástico u otros materiales utilizados por ventiladores de alta calidad.
Debido a la rotación de ministros de Estado se debilitó la implementación de sus decisiones. En palabras de Panfichi: “Dado que MASI fue el primer equipo biomédico desarrollado en el país, no existía regulación ni protocolos necesarios para su fabricación. Tampoco existía una guía de requisitos y procedimientos para situaciones excepcionales como la pandemia de Covid-19. Ante este vacío, y en muy poco tiempo, el equipo de MASI tuvo que documentar experiencias internacionales y proponer los procedimientos a estos mismos funcionarios públicos”.
Después de ello, la resistencia por parte de las entidades públicas empezó a llenarse de múltiples intereses comerciales por parte de importadores y proveedores que vieron a MASI como una amenaza. Sin embargo, gracias al periodismo de investigación que documentó los posibles conflictos de intereses y retrasos inexplicables, además de una presión de los medios sobre una posible corrupción, se logró romper la resistencia sobre este proyecto.
Así, el 16 de junio del 2020, MASI recibió la autorización del Ministerio de Salud para la fabricación y uso de los ventiladores. El Polideportivo de la Pontificia Universidad Católica del Perú fue el escenario para que los ingenieros puedan trabajar a contrarreloj para que MASI estuviera listo para usarse.
Actualmente, los ventiladores MASI se encuentran en diferentes unidades de cuidados intensivos en distintas regiones del país ayudando así a salvar más vidas que fueron atacadas por el Covid-19.
Lee la nota en The Harvard Review of Latin America aquí