02 de mayo de 2025
En un escenario cultural donde lo contemporáneo convive con lo tradicional, el uso de canciones consideradas como “clásico musical” sigue siendo un recurso vigente y poderoso en la creación de nuevas canciones. Para conocer más sobre ello, tuvimos la oportunidad de conversar con el profesor César Vega, director de nuestra Maestría en Musicología PUCP, Magíster en Musicología por la PUCP con mención en Educación Musical y Dirección Coral, y compositor de la banda sonora de los cortometrajes “Corazón Delator” y “Claustrofobia”.
Durante nuestra conversación, el profesor Vega nos ayudó a entender qué define realmente a una obra como un “clásico musical” y cuál es su impacto en la música actual. Su perspectiva enriqueció nuestra comprensión sobre la evolución de la música y su relevancia en la sociedad contemporánea.
Nos comentó que un clásico es aquella música que, surgida en un momento específico, logra mantenerse vigente a través del tiempo gracias a su impacto cultural y comercial. Estas canciones se insertan en lo que se conoce como un canon musical, un conjunto de obras que siguen siendo consumidas incluso más de 50 años después de su aparición. Este consumo sostenido, intergeneracional, es lo que convierte a una canción en un clásico.
En relación al uso de fragmentos de canciones antiguas en canciones actuales, el profesor Vega nos comenta que esto no es tan reciente, “ya los Beatles, por ejemplo, en la canción Yellow Submarine, utilizaron grabaciones preexistentes para recrear el sonido de las bandas militares”.
“Entonces el uso de músicas preexistentes para recrearlas dentro de las músicas que consideramos contemporáneas es un recurso que siempre existió.” nos explica el profesor Vega. Samplear o interpolar fragmentos de clásicos musicales o hacer versiones completas, conocidas como covers, permite que lo conocido resuene en nuevos contextos. Esto no solo facilita el reconocimiento y la empatía del oyente, sino que también funciona como estrategia de marketing: es más fácil captar la atención a través de algo que ya forma parte de la memoria del oyente a través del recuerdo.
El contacto con lo emocional de esta práctica es clave, por ejemplo, el profesor Vega nos menciona que muchos oyentes, al reconocer una melodía, un ritmo o una letra de una canción escuchada en su infancia o por sus padres, se sienten impulsados a indagar sobre el origen de esa música, y generan una conexión más profunda con la obra, no solo por lo que suena, sino por el universo de memorias y afectos que despierta ya que, como menciona el profesor, “permite preguntarnos de dónde viene esta música, dónde lo he escuchado antes, quién lo hizo y por qué lo hizo.”
En cuanto a la diferencia entre samples, interpolaciones y covers, la primera y la segunda “suelen ser un fragmentos de la música, en cambio, un cover es la recreación de toda la música, es decir, tomo toda la canción y hago mi versión, ambos recursos apelan a la memoria, pero en el caso de los covers, el artista añade su propia interpretación, lo que los convierte en una herramienta expresiva poderosa y culturalmente significativa.” En contextos como el peruano es común bailar mientras se llora, a través de, por ejemplo, covers bailables de baladas o boleros sobre amor o desamor, esto brinda una imagen profundamente simbólica, y estas versiones permiten gestionar emociones colectivas a través de la música.
Una de las preguntas que se hacen algunos sobre el uso de este recurso es si estas prácticas son innovadoras o si por otro lado son una señal de falta de originalidad, ante ello el profesor Vega nos planteó que “el uso de músicas preexistentes (en canciones nuevas) existió siempre, así hemos operado siempre, eso no está mal, el problema es cómo lo empleamos. Serán la historia y el consumo los que determinen qué funciona o qué no.” De esta manera, si el recurso se emplea con creatividad, puede generar propuestas nuevas y valiosas.
Finalmente, con la tecnología facilitando cada vez más el acceso y la edición de sonidos, el profesor Vega nos explica que este recurso “va a seguir usándose en la medida en que el artista tenga necesidad de usarlos, y en la medida también que responda a necesidades del mercado”. De esta manera, el uso de estos recursos continuará vigente, adaptándose a las formas contemporáneas de escucha y creación.